🏀 EL BALÓN PERDIDO 🏀
- Dave Najac
- 1 abr 2019
- 5 Min. de lectura
En un bonito pueblo situado al lado de la ciudad de Salamanca, varios niños estaban jugando al baloncesto. Se divertían muchísimo pasándose la pelota los unos a los otros y encestando canastas entre todos.
Pero uno de los niños, Hugo, lanzó un pase a su compañero Marcos demasiado fuerte, y la pelota de baloncesto cayó en los pies de un hombre, un hombre bastante raro, quien miraba cómo jugaban los chicos desde hacía un buen rato. Era extraño su aspecto, pues vestía con ropa apretada, llamativa y llevaba una capa a sus espaldas. También tenía puesta una máscara, con la que ocultaba su identidad. Cogió el balón con las dos manos. Hugo se acercó a él para recuperar la pelota y le preguntó:
–“Lo siento señor. ¿Me podrías devolver la pelota por favor?”.
El hombre sonrió y le dijo:
–“Chico, esta pelota me la llevo conmigo, y si quieres recuperarla, varias pistas os dejaré en visto”.
Inmediatamente, el hombre se desvaneció con el balón, no sin antes dejando caer un papel de su bolsillo.
Los demás niños vieron el espectáculo y se acercaron para hablar con Hugo. Su amiga Flora, le preguntó:
– “¿Qué ha pasado?”.
Hugo explicó a sus compañeros lo ocurrido y lo que deberían hacer para recuperar el balón. Todos decidieron llevar a cabo las pruebas que les iría poniendo el señor misterioso con tal de llegar hasta él.
La primera pista decía así:
- “En la calle Nº 3 6 - 1 8 encontraréis lo que buscáis, pero os advierto que tengáis cuidado por donde andáis”.
Todos se quedaron pensando qué querría decir “3 6 - 1 8”, hasta que la niña más matemática del grupo, Cristina, dijo:
- “A lo mejor, lo que nos está diciendo es que juntemos los números para formar una resta, y su resultado sería… 36-18… ¡18!”
Los demás veían lógico el planteamiento de Cristina porque la calle que sale frente a las pistas, era justamente la calle Nº 18. Los niños fueron corriendo a la calle para conseguir la segunda pista. Sin embargo, en ésta se encontraron con varias bolsas de basura tiradas. Era imposible pasar por allí y, por tanto, los chicos decidieron recoger la basura del suelo. Había tres tipos de colores en las bolsas y tres contenedores de los mismos colores: verde, amarillo y azul. Las bolsas verdes tenían unas etiquetas que ponían “Vidrios”, las amarillas unas en las que se leía “Plásticos” y las de las azules eran “Papeles y Cartones”.
Los niños pensaron y comprendieron que había que colocar las bolsas de basura en sus contenedores según las etiquetas y el color que tenían. Por tanto, se pusieron manos a la obra y comenzaron a recoger las bolsas de basura y depositarlas en sus respectivos contenedores. Una vez acabada la tarea, Marcos encontró en el suelo, donde habían recogido las bolsas, la segunda pista que decía así:
“Habéis logrado pasar la prueba, muy buen trabajo. La siguiente no os ocupará mucho más rato. Se encuentra al final de esta calle en la esquina y trata sobre nuestro planeta, la Tierra, que también como nosotros, vive. Como tiene vida, hay cosas que la entristecen y cosas que la ponen contenta. Allí tenéis varios papelitos con cosas que ponen a la Tierra triste y cosas que ponen a la Tierra contenta. Averiguad cuáles pertenecen a un lado y cuáles al otro. En uno de los papelitos se encuentra la última pista. Sin embargo, no la encontraréis hasta que coloquéis todos los papelitos en su sitio. ¡Adelante!”.
Corriendo, los niños fueron hasta el final de la calle, en donde se encontraba un cartel en la pared con dos dibujos: el de la izquierda era la Tierra triste y el de la derecha estaba la Tierra feliz. En el suelo había una caja con varios papelitos que se podían pegar. Los niños fueron deduciendo entre todos y colocando los papelitos en el lugar que correspondían.
El primero ponía “Reducir, reusar y reciclar”, y todos pensaron en colocarlo en la Tierra feliz. El segundo tenía escrito “Agua clara”. Al principio no comprendían este papel, pero Hugo pensó y dijo: “Puede que se refiera al agua limpia, porque cuanto más limpia esté más clara se ve porque nos podemos ver en ella”. Los otros tres niños se dieron cuenta que lo que decía Hugo era verdad, y pusieron el papelito en la zona de Tierra feliz. El tercero era “Basura” y todos coincidieron en ponerlo en la Tierra triste. El último tenía puesto “Contaminación”. Ninguno sabía lo que significaba esa palabra y se quedaron pensando unos segundos.
De repente, pasó por allí la maestra de la clase de 3ºB. Es la compañera del maestro de nuestros niños, que son de 3ºA. Se acercaron a ella y le preguntaron qué significaba la contaminación. Ella les respondió:
- “Son aquellas sustancias que nosotros, los seres humanos echamos a la Tierra y que hacen daño en ella”.
Los niños, entonces, se dieron cuenta de que la palabra “contaminación” iba en la zona de Tierra triste porque la perjudican. Le dieron las gracias a la maestra para dirigirse de vuelta a la esquina de la calle para pegar el último papelito.
Una vez acabado el cartel, los cuatro niños se preguntaron dónde se encontraba la última pista. Hasta que volvieron a mirar en la caja, y resulta que la última pista estaba dentro de la caja, en el fondo de ella, y decía algo así:
- “La última prueba os espera en un lugar que no entra cualquiera. En esta calle, en la puerta Nº 8 x 3 deberéis entrar, y así el balón recuperar. Pero antes, la contaminación me deberéis explicar”.
Lo primero en lo que pensaron nuestros protagonistas es en el número de la puerta. En este caso, no dudaron en que había que multiplicar. Cristina volvió a sacar sus dotes de matemática y comenzó la tabla del 8:
– “8 por 1 es 8… 8 por 2 es 16… y 8 por 3 es 24… ¡24 chicos!”
– “Perfecto Cristina” respondieron los demás.
Fueron hasta la puerta Nº 24 y llamaron. La puerta estaba ya abierta y entraron en la casa. Era más grande de lo que parecía a simple vista. El dueño tenía una sala en la que había dos enormes esculturas y un cuadro en lo alto de la pared. Parecía un rey. Continuaron avanzando por el pasillo, y encontraron otra puerta de frente. Entraron y se encontraron con el hombre misterioso, quien preguntó:
- Chicos, ¿qué es la contaminación?
Ninguno de los niños se atrevía a hablar, hasta que Hugo, pronunció las primeras palabras de lo que les dijo la profesora antes:
– “La contaminación son… las sustancias que echamos los humanos a la Tierra…”
– “Y que también la dañan” –diciendo esta última frase todos a la vez.
El hombre misterioso contestó:
– “Correcto chicos, enhorabuena, os devolveré el balón”.
Entonces, el hombre misterioso se quitó la máscara y los niños pudieron ver que era su profesor. Quedaron asombrados. Entonces, el profesor les explicó:
– “Me alegra que hayáis conseguido resolver todas las pruebas, Hugo, Marcos, Cristina y Flora. ¿Sabéis por qué os he hecho estas pruebas?”
– “No profesor” –respondieron los chicos.
– “Porque el otro día que hicimos algo parecido en clase vosotros no pudisteis venir. Y quería que aprendierais lo importante que es cuidar del planeta”.
– “La verdad es que sí hemos aprendido mucho” –respondieron Flora y Marcos.
– “Os devuelvo el balón y si queréis os invito a merendar” –dijo el maestro.
– “Siiiiii” –respondieron todos los niños a la vez.
– “Profesor, ¿sabe cómo se llama nuestro equipo? ¡Licuadoras!” –dijo Cristina, y todos rieron.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN
Por David Najac Borrego
¡Saludos a todas las licuadoras! 🖊
Este es un cuento educativo para niños sobre la conciencia del medio ambiente en el que, como habéis podido observar, el profesor expone a los niños a varias pruebas referentes al cuidado del medio ambiente y del planeta.
Espero que os haya gustado y comentadme qué os ha parecido ;)
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